Análisis: Hellblade Senua’s Sacrifice

Ya hacía tiempo que quería jugar a este título del estudio inglés Ninja Theory lanzado en 2017 para la anterior generación de consolas (y que cuenta con una secuela en desarrollo mientras escribo estas líneas). Hará cosa de unos meses, me decidí finalmente a cómpramelo en formato digital por unos 30€. Hellblade Senua’s Sacrifice es un título al que catalogaría como un título de Acción-Aventura con elementos de Horror Psicológico.

La trama nos pone al control de Senua, una guerrera picta que viaja al Helheim, el inframundo de la mitología nórdica, para enfrentarse a Hela y así liberar el alma de su amado Dillon. A priori puede parecer una iteración más del tropo más usado de la literatura: un viaje para rescatar bien a una princesa, bien a un amigo, familiar, etc.

Pero durante nuestro periplo por las distintas zonas de Helheim, no estaremos solos, sino que nos acompañarán una continua cacofonía de varias voces que resuenan dentro de la cabeza de Senua y en los oídos del jugador. Estas voces son consecuencia de la enfermedad mental que sufre nuestra protagonista: la Psicosis. Esta enfermedad, agravada por el dolor que le produjo la muerte de Dillon, personaje que, se intuye, cuidaba de ella cuando su tribu le dio de lado debido a su enfermedad, hace que Senua experimente alucinaciones, oiga voces, etc.

Durante su desarrollo, el estudio británico estudió y pidió consejo a profesionales de la Psiquiatría para poder plasmar de la forma mas realista posible la terrible sensación que experimenta un enfermo con un cuadro psicótico.

Pasando al gameplay, Hellblade es un título bastante lineal en el que deberemos resolver una serie de puzzles basados en la perspectiva para abrir puertas, nuevos caminos… mientras que las secciones de combates se basan en la esquiva de golpes potentes, en «parrys» y contragolpes de ataques normales, y en el uso de ataques fuertes o ataques rápidos.

Para ir acabando, hay que decir que el juego es doblemente disfrutable si se juega utilizando cascos, ya que las voces que resuenan dentro de la cabeza de nuestra protagonista, también lo harán en nuestros oídos, lo que nos hace empatizar mas aún si cabe con una persona que sufra esta terrible enfermedad y, para que negarlo, nos ayuda a saciar ese punto sadomasoquista y curioso que todos tenemos cuando hablamos de enfermedades mentales o sustancias estupefacientes.

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